www.psicobilbao.com

Blog acerca de la psicología de la vida cotidiana. Reflexiones en torno a porqué somos como somos, qué nos impulsa a actuar, a sentir o pensar de un modo que a veces nos sabotea y que nos mueve en el teatro del mundo.



sábado, 15 de octubre de 2011

Sócrates, Van Gogh y la psicoterapia



"La ciencia tiene dos reglas. Primero: No hay verdades sagradas; toda presunción tiene que ser examinada críticamente; los argumentos de autoridades no valen nada. Segundo: cualquier inconsistencia con los hechos tiene que descartarse o revisarse. Nosotros tenemos que comprender el Cosmos como es y no confundir como es con como quisiéramos que fuera". 
(Carl Sagan)

Me encuentro siempre con que la persona que se sienta frente a mí, en el sofá mínimo del consultorio, tiene las cosas muy claras. Sabe, por ejemplo, porqué su pareja le fue infiel y merece un castigo a veces infinito, sabe porqué está deprimido o angustiado o encolerizado o muerto de miedo. Las cosas claras y los hechos o narraciones contundentes. Y yo ahí enfrente con más dudas que si fuera a tirar un penalti en una final de la copa del mundo.
Yo me adhiero a la máxima de Sócrates, la que postula que “sólo sé que no sé nada” (lo cual es el más sabio de los conocimientos no muy en el fondo), me camuflo tras mi ignorancia y voy preguntando distraídamente por sus razonamientos (en plan Peter Falk –Colombo), haciendo de abogado del diablo hasta que el cliente entra en una duda razonable que me permite trabajar con su rígida percepción de la vida (lo cual es lo que practicaba el bueno de Sócrates en sus tiempos mozos).
Uno de los problemas del mundo, no ya de los clientes, es creer que la realidad es algo que está ahí afuera y que cualquiera puede percibirla. Para trabajar ese tremendo error recurro a varias técnicas y me sirvo a veces, de Van Gogh. Ahora diréis que he perdido la cabeza (como María Antonieta en la revolución francesa), pero creo que no.
En el despacho tenemos una lámina de Van Gogh (campo bajo el cielo de tormenta) y les pido dos cosas con referencia a ello.
La primera es que apoyen la nariz en la lámina y me digan lo que ven (moraleja: lo que está demasiado cerca no se puede percibir con claridad, el interior de uno no es tan accesible como percibir una manzana).
La segunda es que me hablen de la lámina. Escucho todo tipo de comentarios: “Es el mar”, “No me gusta”, “Nunca me compraría un cuadro así”, “Es bonito”, “No lo entiendo”…. etc. Tomo nota y les vuelvo  a pedir que me hablen del cuadro y, claro, me observan como al loco de la colina. Hacen otro esfuerzo y caen en más de lo mismo, me vuelven a mirar y reitero: “Te he pedido que me hables del cuadro NO DE TI”. Y entonces comienzan a comprender (es un inicio verdaderamente) que la realidad no es tan sencilla de aprehender, que siempre hablamos de nosotros y hasta que en todo caso, si nos atenemos a términos puramente perceptivos (lo cual es para nosotros es inviable), los que tienen todas las de ganar son los artrópodos que para algo son la especie más numerosa del planeta. En términos de democracia perceptual nos ganarían por goleada.
Es asombroso que en los tiempos que corren, con los avances que acontecen, con el mar de conocimiento que nos ahoga sigamos pensando que la realidad está ahí fuera, objetiva, fácilmente asequible, aprehensible y no dentro de nosotros. anca cosida a pura biografía y hechos.

http://www.psicobilbao.com/